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POR DECRETO N°4110200541 EN CALI COLOMBIA NO SE LE DIRÁ A NADIE "DOCTOR", EL OBJETIVO ES M


En el año y medio que llevo en Colombia apenas estoy empezando a acostumbrarme a que me llamen "doctor", a aceptar ese título que me hace sentir un impostor (no tengo doctorado, ni siquiera maestría), y ahora tendré que aprender a que cuando deba intercambiar comunicación con la Alcaldía de la ciudad de Cali no me llamarán así. La intención es que se utilicen simplemente los nombres propios. No sólo en las comunicaciones escritas, sino también en las conversaciones. El alcalde de Cali, Maurice Armitage, me dijo que lo que harán además es que los alrededor de 10.000 empleados de esa dependencia (70% de contratistas y 30% de planta) llevarán un indicativo con su nombre, para que no se diga más "el doctor ni la niña de los tintos (cafés)". Este es su objetivo: "Empezar a medir la gente no por categorías sino como seres humanos". La iniciativa cuenta con el asesoramiento del exalcalde de Bogotá, Antanas Mockus, quien desarrolló múltiples proyectos de cultura ciudadana durante su gobierno. Según Carolina Campo, asesora de Cultura Ciudadana de Cali, el lenguaje establece un contexto en común entre dos o más personas y la forma de hacerlo genera cercanía o lejanía. “Implica un reconocimiento de la identidad del otro como un igual en términos de los seres humanos", señaló Campo. Cultura Ciudadana de Cali es el área de la que surge esta propuesta, que se convirtió en decreto pedagógico firmado por Armitage el viernes pasado. "No implica necesariamente el riesgo de perder el respeto, siempre que la relación se entienda y se promueva el uso del nombre como señal para entendernos”, agregó Campo. Origen Pero, ¿de dónde sale este extendido uso del "doctor" y "doctora"? Néstor Ruiz, director de la maestría en lingüística del Instituto Caro y Cuervo, me explica que "el origen se encuentra en las antiguas estructuras de legislación que existían en Colombia" (también en Argentina y Paraguay). Hacia aproximadamente 1920 para poder ejercer ciertos roles dentro de la profesión de abogado en este país, como estar presente en algunos litigios o poder modificar leyes, era necesario contar con el título de doctor en leyes. "Se comienza a convertir en un trato socialmente extendido debido a las tertulias de los cafés bogotanos", sigue Ruiz. El fenómeno se da entre 1920 y 1950, más o menos (las reformas educativas y administrativas de 1960 eliminan el requisito del doctorado para que los abogados puedan ejercer determinados roles). Esos cafés eran punto de encuentro de abogados. Allí, cuando entraba un colega que efectivamente era doctor el resto, por deferencia, lo saludaban con ese título. Primero, explica Ruiz: "Las personas que estaban por fuera de la abogacía comenzaron a dárselo a todos los abogados". Luego: "Los empleados del café, los emboladores (lustrabotas, limpiabotas), etc., como tratamiento honorífico comienzan a aplicárselo a cualquier persona que perciban como superior en la escala social". Poder simbólico, poder real Así es que se extiende como trato de deferencia en toda la sociedad. Pero también se convierte en herramienta de poder simbólico y, por extensión, real. "Hay ciertos espacios donde uno es sancionado si uno no trata de 'doctor'", dice Ruiz. Puede ser así en el mundo del derecho, pero también en algunos espacios académicos o administrativos. Por eso cree que es interesante la propuesta de la Alcaldía de Cali. "Tiene sentido simbólicamente y como una manera de establecer jerarquías claras dentro de la administración", afirma el académico. Es que de exigir ser llamado "doctor" a pedir que se trabajen horas de más sin contraprestación hay un solo paso, explica. "Quitarle ese elemento de poder a ciertas instancias permite que no se admitan abusos y que haya una mayor calidad en el trato", considera. Qué dice el decreto - Los funcionarios, servidores públicos y contratistas de la Alcaldía de Cali deben llamarse por sus nombres, sin usar títulos o sufijos. - Todos los que trabajan en la Alcaldía de Cali portarán un carné institucional con su nombre. - En las comunicaciones internas no se usarán las palabras "doctor", "doctora", "don", "doña", y todos los títulos que denoten jerarquía. - Habrá encuentros para promover la igualdad entre todos los que trabajan en la Alcaldía de Cali. Decreto 4110200541 del 7 de octubre de 2016 de la Alcaldía de Cali Ahora, el hecho de que una decisión administrativa exija que se deje de usar cierto lenguaje, ¿tiene algo que ver con una transformación real del habla? Un cambio orgánico es más rápido, dice el académico: "En este caso es más una imposición artificial, no creo que estemos frente a un cambio lingüístico en marcha". Es decir, fuera de la Alcaldía de Cali tendré que seguir sintiéndome un impostor cada vez que alguien me diga doctor, porque por lo pronto –parece– no dejará de ocurrir.

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