La estadística enumera un porcentaje elevado de cristianos evangélicos en la bancada política. Según un estudio de Pew, hoy el 19% de los latinoamericanos se describe como miembro de alguna vertiente evangélica; la mayoría pentecostales, que constituirían cerca del 85%-, frente al porcentaje en descenso de los católicos que se encuentra en 69%.
Se trata de un cambio acelerado: de acuerdo con un informe de Latino-barómetro, entre 1995 y 2014 las personas que se declaran católicas cayeron en promedio 13 puntos, principalmente en países centroamericanos como Nicaragua, Honduras y Costa Rica , lo que ha coincidido con el fuerte aumento de los evangélicos.
“Esto obedece a una actitud, a una política muy clara de los liderazgos sobre la importancia de tener una mayor presencia e impulsar una agenda propia”. El paso hacia la política, de algún modo, era inevitable. Y si a comienzos del siglo XX la lucha de los protestantes, luteranos, anglicanos, presbiterianos, bautistas, metodistas y pentecostales, entre otras vertientes- era por la libertad de conciencia y la separación de la Iglesia y el Estado, actualmente las iglesias evangélicas tienen una agenda clara en contra de políticas como la despenalización del aborto o el matrimonio del mismo sexo.
Centroamericana es la región de mayor crecimiento de las iglesias pentecostales. En Honduras, por ejemplo, la relación de católicos y evangélicos era de 76%-12% en 1996, pero actualmente es de 47%-41%, según un informe de Latinobarómetro.
El fenómeno se repite en varios países, como Guatemala (40% identificado como evangélico), Nicaragua (37%), El Salvador (31%), Costa Rica (21%) y Panamá (19%). Como resultado, son cada vez más visibles en los estamentos de poder, sobre todo en Guatemala, que ya ha tenido dos presidentes protestantes y donde el actual Mandatario, Jimmy Morales, es evangélico.
El lobby evangélico, por otro lado, ha ganado varias sonadas victorias legislativas en los últimos años en Nicaragua, República Dominicana, Costa Rica. Y la lista sería interminable: Argentina, Chile, Venezuela, México… es cada vez más visible la realidad del peso social del crecimiento evangélico en todo el continente.