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CON LA LEY LGTB DE CIFUENTES ESTE TRANSEXUAL NO HABRÍA PODIDO SALIR DEL POZO DE SUFRIMIENTO

Tras 28 años como transexual, Fernando vuelve a estar orgulloso de ser hombre y ha decidido contar su testimonio para ayudar a quien ha pasado por los grandes sufrimientos que él vivió.

Si Fernando Ñaupari viviese en Madrid con la actual Ley Cifuentes, sería tachado de homófobo por contar su testimonio. Tampoco hubiese podido volver a recuperar su sexo original, ni acudir a ningún tratamiento psicológico.

Y es posible que entonces Fernando se hubiese suicidado, como intentó hacer en París, a pesar de haberse operado para cambiar de sexo, de casarse y de cambiar de nombre y de vida.

Una situación que por suerte no ha sido así, y ahora Fernando Ñaupari ha podido recuperar su vida y la felicidad. Así lo cuenta en su testimonio, como recoge esta de en Religión en Libertad que por su interés reproducimos:

“El lobby LGTB campa a sus anchas en buena parte del mundo occidental y cada vez hay más leyes que privilegian a este colectivo persiguiendo a todo aquel que disienta de la ideología de género. La guerra de los baños transgénero en Estados Unidos o las leyes que se están aprobando en algunas regiones españolas, diez comunidades tienen ya estas normativas más una en camino, son una muestra del creciente poder de la ideología de género.

Tras tener prácticamente ganada la batalla del matrimonio homosexual este lobby ha abierto el frente de los “nuevos derechos” para los transexuales. Cirugías gratuitas o cuotas laborales exclusivas para este colectivo son ya en buena parte una realidad. Además, con leyes como la de Cristina Cifuentes en Madrid no se permite ofrecerles ayuda mediante terapias que vayan a la raíz de sus problemas pues la ley sanciona a todo aquel que ofrezca una salida distinta para los transexuales que no pase por el propio lobby LGTBI.

De ahí la importancia de testimonios como el de Fernando Ñaupari, un extransexual que ha relatado el infierno que vivió y las causas que le llevaron a vivir de esta manera. Una cosa tiene clara, de haber recibido ayuda en su juventud hubiera podido evitar muchos de los sufrimientos que ha vivido. Y es que entre los transexuales la tasa de suicidios es bastante más alta que la media y en estas personas suelen subyacer traumas y graves sufrimientos.

En un testimonio en televisión, el peruano Fernando Ñaupiru cuenta que vivió 28 años como transexual y que gracias a un fuerte encuentro con Dios pudo cambiar de vida de nuevo. Como en muchos otros extransexuales todo comenzó en la infancia. En su familia no se sentía querido y a los ocho años un profesor del colegio abusó sexualmente de él. “Ahí empezó la destrucción de mi vida. Por temor a mi padre no dije nada y esto marcó mi vida, destruyó mi niñez”, recuerda Fernando.

Debido a este acontecimiento acabó cayendo en el homosexualismo, también a escondidas de su familia. Y cuando se enteraron de su homosexualidad sus padres le echaron de casa. A los trece años tuvo que dejar su pequeño pueblo y se instaló en Lima.

“Allí comencé a degradarme más y a los quince años comencé a tomar hormonas, empezaron a crecerme los senos y la voz me cambió”, añade. Ahí comenzó su paso a la transexualidad. Pero el duro camino de su vida sólo acababa de comenzar.

“En la ducha me decía que había nacido para ser mujer y cuando me miraba a mí mismo me decía que me cambiara de sexo”

Fernando afirma que un año después, a los 16 años, se introdujo en el mundo de la prostitución en el que estuvo décadas sin poder salir. Recordando ahora aquel momento, este peruano cuenta que “en la ducha el demonio me decía que había nacido para ser mujer y cuando me miraba a mí mismo y veía los genitales masculinos el diablo me decía que me cambiara de sexo”.

Y así a los 18 años acudió a una clínica donde se realizó una operación de cambio de sexo. Así creía que sería feliz. Pero necesitaba más y más porque no lograba colmar su felicidad. Y por ello acudió a Brasil a cirujanos de renombre porque quería parecer sí o sí una mujer. Aconsejando a los que están ahora pasando lo que él, alerta que los médicos que hacen estas operaciones “no dicen las consecuencias que tiene el cambiarse de sexo”.

A partir de ahí inició una lucha legal para no sólo parecer una mujer sino para ser tratado como tal por las autoridades. Su caso llegó a las portadas de los periódicos y finalmente logró dejar de ser legalmente Fernando para pasar a ser Carmen Claudia.

El círculo vicioso en el que se movía en la prostitución le llevó a la droga, especialmente a la cocaína, de la que abusaba con frecuencia porque a pesar de todos sus esfuerzos no era feliz. Y por ello en varias ocasiones intentó suicidarse cortándose las venas.

Fue en ese momento cuando decidió viajar a Europa, donde conoció a un francés con el que se casó. Pero a pesar de ello siguió con la prostitución en Francia.

“Yo buscaba desesperadamente dejar esta vida porque no era una vida de felicidad pero no sabía cómo”

“Yo buscaba desesperadamente dejar esta vida porque no era una vida de felicidad pero no sabía cómo. Me prostituía desnudo en invierno en París y muchas veces prostituyéndome yo lloraba, quería salir de ahí, huir…”, cuenta Fernando en su testimonio. “Quería tirarme al tren, era esclavo de todo esto pero no sabía donde huir”.

Pero en el año 2000 su vida comenzó a cambiar. Su prima acudió a Francia a visitarle y le empezó a hablar de Dios y de un homosexual al que Dios había cambiado.

Las palabras de su prima no le gustaron y ella se marchó pero “la palabra quedó sembrada en mí. Comencé a recordar mi niñez y cómo el demonio me metió en todo esto y en ese momento empecé a llorar. Por primera vez hablé con Dios, levanté mi mirada al cielo, lloraba y no sabía por qué”.

Entonces su vida dio un vuelco. Volvió a Perú para bautizarse, dejó la prostitución y al hombre francés que le acompañaba y volvió a vestirse como un varón. El siguiente paso era pasar por el quirófano y luchar legalmente para recuperar su identidad masculina que años antes había cambiado.

Y tras 28 años como transexual ahora Fernando está orgulloso de ser hombre y ha decidido entregar su vida a Dios y dar a conocer su testimonio, con el que intenta ayudar a quien ha pasado por los grandes sufrimientos por los que él ha pasado.

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