La noticia de la muerte de ex-presidente y dictador cubano Fidel Castro ha causado diferentes reacciones que van desde el dolor hasta la celebración.
De acuerdo a informes de su propio hermano Raul Castro, murió el viernes a las 10:29 pm horas, a los 90 años de edad. En su ultimo aliento terminó gritando su consigna “¡Hasta la victoria, siempre!”
Castro sufrió de problemas intestinales y otras complicaciones de salud graves desde 2006 y entregó la dictadura a Raúl en 2008.
para muchos que lloran la muerte de líder cubano, una de sus hazañas fue la de desafiar el poder de 10 presidentes estadounidenses durante su gobierno de medio siglo.
Cientos de cubanos que conforman la llamada “pequeña Habana” en Miami Dade daban gritos de victoria. Miles huyeron del régimen y la muerte de Castro simboliza el fin de la dictadura comunista.
Para los miles que huyeron del liderazgo del dictador, su muerte simboliza el fin de un régimen comunista de gran alcance.
“¡Cuba sí! ¡Castro no!”, ellos gritaban, mientras otros clamaban: “¡Cuba libre!”
La muerte del líder podría indicar un cambio significativo para la Iglesia cubana, que en el último año ha visto una significativa persecución del régimen comunista.
En agosto, según un informe de Solidaridad Cristiana Mundial, el gobierno cubano emprendió una gran represión contra las iglesias apropiándose y demoliendo 1.400 templos evangélicos.
cubanos en el musno celebran muerte de Castro
El reverendo Samuel Rodríguez, presidente de la Conferencia Nacional Hispana de Liderazgo Cristiano, dijo que la muerte de Castro ofrece una nueva oportunidad para la Iglesia cubana.
“El fallecimiento del dictador cubano Fidel Castro brinda una oportunidad para que la libertad y la democracia surjan en una nación cautiva por el totalitarismo”, dijo. “Oremos y aboguemos por que el liderazgo actual abrace la libertad y respete los derechos dados por Dios a todos los cubanos. ¡Que viva Cuba, fuerte y libre!”
Aunque es incierto lo que queda para la Iglesia, para muchos cubanos, la muerte de Castro significa una esperanza renovada de que el cambio real está en el horizonte.