Prominentes figuras del mundo judío de todo el espectro religioso respondieron con indignación a la decisión del Ministerio del Interior de prohibir a nueve conversos venezolanos de inmigrar a Israel. El ministerio notificó a los venezolanos, todos los cuales fueron convertidos hace tres años por un tribunal rabínico conservador, que no podían trasladarse a Israel porque, a pesar de la evidencia en contrario, no estaban involucrados activamente en la actividad comunitaria judía.
Los nueve convertidos, que provienen de una provincia rural de Venezuela, han estado enfrentando escasez de alimentos y medicinas a medida que la situación en su país se deteriora. “Este es sólo el último ejemplo de cómo el principal Rabinato de Israel y los extremistas religiosos están llevando a Israel por un peligroso camino del fundamentalismo religioso”, dijo el rabino Steven Wernick, director ejecutivo de The United Synagogue of Conservative Judaism. “Esto es lo que ocurre sin el pluralismo religioso”, dijo. “Todas estas cuestiones están conectadas: el monopolio sobre el Kotel, el matrimonio, el divorcio, la adopción, el entierro y la conversión”. El ministro del Interior criticado es Aryeh Deri, líder del partido ultra-ortodoxo sefardí Shas.
Mientras tanto, se dice que Natan Sharansky, el presidente de la Agencia Judía, está considerando intervenir en nombre de los nueve venezolanos.
Al revisar las solicitudes de emigrar a Israel, el Ministerio del Interior suele consultar con la Agencia Judía y se basa en sus recomendaciones. En este caso, no lo hizo. Los nueve solicitantes venezolanos son miembros de tres familias de la pequeña localidad rural de Maracay, donde no existe una comunidad judía reconocida. Después de tres años de estudio, se convirtieron a principios de 2014 y luego se unieron a una sinagoga de Valencia, una comunidad judía reconocida a una hora de distancia, donde han sido miembros activos desde entonces. El rabino David Wolpe del templo Sinai, una gran congregación conservadora de Los Ángeles, describió la decisión del Ministerio del Interior como “vergonzosa”. “Cuando los judíos son rechazados por las restricciones del Gran Rabinato”, dijo Wolpe, considerado uno de los rabinos más influyentes en América, “nos recuerda que incluso el valor judío más profundo, pikúaj nefesh [la preservación de la vida humana], está corrompido por la mezquindad inducida por el poder”. Según la Ley de Retorno, que determina la elegibilidad para la inmigración, los judíos convertidos que deseen trasladarse a Israel deben pasar por la conversión en una “comunidad judía reconocida”, una con un rabino de tiempo completo y una sinagoga activa. Deben entonces pasar al menos nueve meses activamente dedicados a la vida comunal judía en una comunidad reconocida antes de que puedan trasladarse a Israel. Cuando no existe una “comunidad judía reconocida”, como en este caso particular, el Ministerio del Interior requiere un período más largo de participación en la vida comunal judía después de la conversión. Al determinar la elegibilidad de los conversos, la Ley de Retorno no distingue entre los convertidos por los rabinos ortodoxos, conservadores o reformistas. En la práctica, sin embargo, las solicitudes presentadas por los conversos ortodoxos tienden a ser aprobadas más fácilmente. Daniel Askenazi, el líder espiritual de la comunidad judía de Barranquilla, Colombia, dijo que como rabino ortodoxo, no estaba menos indignado por el comportamiento del gobierno israelí. “Es hora de abrir los ojos”, expresó. “Estas personas, independientemente de la denominación de sus conversiones, decidieron unir su destino a la de nuestro pueblo. Los nazis perseguían a los conversos al judaísmo como judíos del 100 por ciento, no importa cuán arios eran”.