El Parlamento se apresta a legislar para paliar la subida del nivel del mar por el cambio climático.
El aumento del nivel del mar en las costas francesas es ya de tres milímetros por año desde 1980, el doble que en las décadas anteriores del siglo pasado. La consiguiente erosión y retroceso de litoral ha llevado de nuevo la alarma al Parlamento. En un país con 5.853 kilómetros de costa -más otros 12.602 en los territorios de ultramar-, sus parlamentarios debaten desde esta semana un proyecto de ley para paliar los desastres y cuantiosas pérdidas económicas que se avecinan por el cambio climático.
El proyecto de “adaptación de territorios litorales al cambio climático” prevé fórmulas para identificar los riesgos, financiar traslados de edificaciones al interior o desarrollar políticas de anticipación a una catástrofe anunciada. La cuantifica año a año el Observatorio Nacional del Mar y del Litoral.
“El nivel medio de los océanos”, asegura ese observatorio, “ha aumentado más de 20 centímetros en los últimos cien años. El ritmo se acelera en los últimos años. La progresión media en el siglo XX ha sido de 1,7 milímetros por año, pero el ritmo se ha duplicado hasta los 3,2 milímetros por año entre 1993 y 2011”.
Alarma en el sector turístico: el 40% de la capacidad hotelera se encuentra en el litoral
Tanto en Brest, en la costa atlántica, como en Marsella, en la mediterránea, el nivel aumenta tres milímetros y el mar se va comiendo miles y miles de metros cuadrados de litoral, sobre todo de playas. Ese nivel aumentará entre 26 y 82 centímetros de ahora a finales de siglo, según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre la Evolución del Clima (GIEC).
Francia, donde el 35% de su litoral está integrado por playas, ha perdido 26 kilómetros cuadrados de tierra entre 1949 y 2005, señala el documento de la exposición de motivos del proyecto de ley. En las próximas décadas, cientos de edificios se derrumbarán bajo el empuje del oleaje: 300 en los próximos nueve años y 4.000 de aquí a 2.100, según el peor escenario previsto por el Centro de Estudios y Expertos sobre los Riesgos, el Medio Ambiente, la Movilidad y la Vivienda (Cerema).
En una potencia turística como Francia, en cuyas costas concentra el 40% de la capacidad hotelera, las alarmas ya se han concretado en puntos muy específicos. En Soulac-sur-Mer, en la costa suroeste, un edificio construido en 1967 a 200 metros del mar tiene que ser evacuado porque las olas minan sus cimientos a diez metros. En el terreno turístico, las consecuencias para España también pueden ser dramáticas.
Hoy, el 25% de las costas francesas sufren daños por la erosión derivada del aumento del nivel del mar. El porcentaje llega al 60% en Normandía y al 70% en la región de Calais. Para los promotores del proyecto, tres diputados socialistas, el doble origen de este deterioro resulta obvio: el cambio climático y, en segundo término, las instalaciones en la costa que modifican los sedimentos o fragilizan las dunas.
Es lo que está pasando en Teste-de-Buch, al suroeste, donde cinco campings construidos al abrigo de la enorme duna de Pilat -la segunda más alta de Europa- acabarán inundados en dos décadas.
Es en esa duna donde se realizan ahora pruebas y experimentos para evitar el desastre. Impedirlo parece ya imposible, una vez demostrado que no se pueden poner puertas al mar para paliar la pésima gestión humana de los recursos naturales.