Gran parte de la zona centro y sur del país está cubierta de una capa de humo. En las zonas más afectadas, la gente enfrenta con mascarillas el entrono cargado de emanaciones.
Incluso en la capital Santiago, a varios kilómetros de los fuegos más cercanos, el sol brilla con un color extraño tras la humareda y en algunas comunas, una fina capa de ceniza recuerda a los más desprevenidos los focos que arden en la zona centro sur del país.
La fórmula 30-30-30, que a esta altura casi todo el país conoce, se refiere a más de 30 grados Celsius de temperatura, vientos de más de 30 kilómetros por hora y condiciones de humedad bajo el 30%: esa es la combinación que ha propagado los peores incendios forestales registrados en Chile hasta ahora.
Temor y solidaridad
En las declaradas "zonas de catástrofe", las familias viven con temor. Las vacaciones escolares que comenzaron en diciembre, se viven con la familia pendiente de la radio y la televisión, donde los noticieros transmiten un sinfín de imágenes de brigadistas, bomberos, aviones, helicópteros, voluntarios y en algunos casos, vecinos intentando detener las llamas.
Los siniestros han llegado en pleno verano, y en medio de sucesivas olas de calor, y las flamas devoran la vegetación leñosa en zonas que han vivido largos años de sequía, alimentándose de las plantaciones de pino y eucaliptus que han ido reemplazando la flora nativa del país.
Un número acotado de 52 casas han sido afectadas hasta ahora por el fuego, pero la noche del lunes las autoridades decidieron evacuar a los más de 4 mil habitantes de "Empedrado", una comuna ubicada en la zona declarada en "Estado de catástrofe". En medio de la expectación de los vecinos, una dirigente comunal precisaba que carabineros y militares cuidarían las casas en su ausencia.
En redes y medios circulan imágenes que dan cuenta del denodado esfuerzo de los bomberos, que en Chile trabajan gratis y como voluntarios, y los brigadistas, personal a cargo de la Corporación Nacional Forestal, Conaf. Para ambos, distintas campañas llaman a donar botellas de agua, bebidas isotónicas o barras de cereal para ellos.
En algunas comunas se organizan "tallarinatas" a favor de los combatientes. Las propias compañías mandan ayuda a sus colegas desde el norte del país.
El cartel de un restorán que ofrece almuerzo gratis a quienes combaten el fuego, se convierte en postal del momento, igual que la fotografía de dos inmigrantes haitianos colaborando con bomberos y publicada por el canal público.
Empresas bajo la mira
Por las redes circula información, consejos, pero también críticas y sospechas. Se pregunta por el rol de las Fuerzas Armadas en la emergencia (hasta ahora, 16 brigadas del Ejército participan en las labores, igual que un puñado de brigadas de la Armada, y la Fuerza Aérea informa de sobre vuelos diarios).
Se apunta también hacia la falta de recursos estatales en el país y la dimensión del apoyo aéreo se ha convertido en uno de los principales temas de debate nacional.
Las autoridades han declarado que 27 aeronaves, entre aviones y helicópteros están trabajando en los siniestros y esta semana se sumarán otros 20, provenientes de la industria minera y el hemisferio norte.
El director de Conaf salió al paso de la polémica diciendo que aviones más grandes "sólo traen una llovizna inútil" sobre los incendios.
Como en toda catástrofe, se busca a los culpables. Crecen las críticas hacia las empresas forestales, por la presencia de monocultivos que destruyen el ecosistema original.
"Tormentas de fuego"
En el intertanto, y en una opinión pública impactada por el avance de los incendios, los expertos advierten que los siniestros avanzan con características nunca antes vistas.
En algunos puntos, los brigadistas han enfrentado verdaderas "tormentas de fuego", con columnas de llamas que lanzan material incandescente según el viento hasta 7 kilómetros de distancia.
De forma anómala, las llamas siguen expandiéndose incluso por la noche: en sectores como "La Máquina", ilustraba Conaf, el incendio llegó a avanzar a una velocidad de 1.500 hectáreas por hora.
En medio de la polémica, la alarma, el esfuerzo de los combatientes y el dolor de quienes se ven directamente amenazados, los cielos de Chile siguen cubriéndose de humo.