Larry Hall me condujo al salir del ascensor hacia uno de los apartamentos que acaba de construir recien
temente. Está elegantemente amueblado. Hall dice que los acabados y la atención al detalle fueron recibidos con gran entusiasmo por parte de sus clientes. "He tenido varios clientes que, literalmente, lloraron de alegría cuando lo vieron", dice el empresario. Pero hay algo muy inusual en estas viviendas. Están situadas a muchos metros bajo tierra en un silo obsoleto de misiles subterráneos en el medio de Kansas, Estados Unidos. Hall llamó a su urbanización Survival Condos (condominios de supervivencia). "Son búnkeres nucleares de lujo que están diseñados para proporcionar no sólo protección física, sino también bienestar mental", explica.
A pesar de que cada uno de esos "apartamentos" cuesta millones de dólares -por lo menos, US$1,5 millones- Hall dice que hay un fuerte aumento de la demanda por parte de los clientes más adinerados.
Parece extraordinario, entre otras cosas, porque las casas de los alrededores construidas sobre el terreno (que, por supuesto, no tienen protección contra bombas nucleares) pueden obtenerse por una pequeña fracción del coste de estos búnkeres. Entonces ¿cómo ha logrado crear un negocio aparentemente exitoso construyendo "viviendas chic" de supervivencia?
El 11-S Todo comenzó después de los ataques del 11 de septiembre en Nueva York, en 2001. En ese momento, Hall era un empresario y tenía un negocio online. También tenía experiencia en el diseño y construcción de centros de procesamiento de datos. La demanda de servicios de emergencia informáticos creció luego de los terribles eventos del 11-S, dice Hall. Y esto le dio una idea: crear un centro de datos que pudiera resistir un ataque nuclear.
Algunos clientes potenciales mostraron interés en este tipo de construcciones. De ahí a ofrecer la construcción de búnkeres que pudieran proveer protección a los residentes contra guerras nucleares y otros desastres, había un paso corto. Al final, el lugar elegido fue Kansas. Hay muchas bases similares de lanzamiento de misiles abandonadas en la mitad oeste de Estados Unidos, pero Hall dice que sólo un pequeño número estaba en un estado apto para convertirse en una perspectiva realista. Además, los desafíos de construcción e ingeniería que implicaban el desarrollo del proyecto eran abrumadores. Sin embargo, el silo de Kansas tenía una enorme ventaja: la protección incorporada contra bombas nucleares. Construir algo así hoy día costaría mucho dinero, dice Hall.
"Un crucero en miniatura" Hall dice que gastó millones de dólares en dotar a estas viviendas de todas las características posibles para mantener a los residentes seguros no sólo ahora, sino por un período de tiempo indefinido, en caso de que ocurriera una catástrofe. Entre ellas, sistemas de filtración de agua y aire, una serie de fuentes de energía (incluida eólica) y la capacidad de cultivar plantas y criar peces para el suministro de alimento. Y, por supuesto, guardas armados protegiendo la entrada.
También cuentan con sala de cine, piscina, sala de cirugía, campo de golf e incluso un muro de escalada. "Es como un crucero en miniatura", dice Hall. El promotor inmobiliario cree que esos lujos podrían ayudar a explicar algo que, en un principio, puede parecer sorprendente. Al principio, dice, los clientes consideraban que tener su propio apartamento-búnker era como "un seguro de vida", algo que podrían usar en caso de emergencia. Pero ahora algunos compradores ven estos apartamentos como sus segundas casas y las usan en sus escapadas de fines de semana o en descansos más largos. "Todo el mundo comenta lo bien que se duerme ahí", añade.
Pero Hall no es el único que ofrece búnkeres de supervivencia; tiene rivales que ofrecen instalaciones en distintos lugares en todo el mundo. Pero, al incluir elementos de lujo, está explotando una tendencia en auge.
"Hay un mercado ahora porque la idea tradicional de que, de alguna manera, uno tiene que vivir sin lujos por el bienestar espiritual está desapareciendo", dice Peter York, asesor de varias marcas de lujo. En este mercado, explica, "estás alcanzando a un grupo de gente rica que no valora la idea de austeridad ni siquiera de forma temporal. Quieren que todo sea lujoso siempre". Las dificultades Pero Hall dice que se enfrenta a muchos retos, además de las dificultades obvias de la construcción. Uno de los mayores problemas es cómo comercializarlos, pues muchos de sus clientes tienden a ser muy reservados sobre el asunto. "Decir que eres propietario de un búnker, sea por el motivo que sea, es como decir que viste un OVNI. Mucha gente ha aprendido que no quiere que otros sepan que tienen un búnker". Y también está la cuestión de cómo se llevarán entre sí los residentes después de un evento catastrófico.
Hall dice que puso mucho esfuerzo en investigar los aspectos psicológicos para poder asegurar que la comunidad funcionaría bien en tiempos de calamidad. Las medidas incluyen una iluminación especial y techos de diferentes alturas; los más altos para las áreas comunales y los más bajos para la zona médica "donde la gente puede sentirse vulnerable". En una situación a largo plazo bajo la cual el complejo esté asegurado contra el mundo exterior, los residentes tendrán varios trabajos e irán rotando mensualmente. "Un mes puedes estar trabajando en los almacenes, el mes siguiente en los cultivos hidropónicos, cultivando plantas", dice Hall. El objetivo es mantener a la gente ocupada, pero también asegurar que, con el tiempo, "tienen una comprensión absoluta sobre cómo funciona la instalación". A pesar de los retos, Hall parece divertirse. Uno de los bloques ya está completado y otro está en camino. "Es muy divertido construir cosas como estas", asegura.