Kerrigan, un médico estadounidense cambió su vida al encontrar a Jesús cuando aceptó servir en un hospital de misión cristiana. La paz que había en otros doctores cristianos lo cautivó para siempre. Ahora sirve como voluntario en zonas afectadas.
Después de su retiro como cirujano naval en 2007, Kerrigan ha servido casi una docena de veces con la Misión Médica Mundial, principalmente en África en misiones de dos a tres meses. Su primer viaje fue a Ecuador cuando aún frecuentaba la escuela de medicina. Kerrigan era un agnóstico en el momento, pero practicar era lo que le interesaba.
"Un amigo que había sido un hijo de misioneros me inscribió en ella. No tenía idea de lo que era un hospital de la misión. Me decepcionó mucho, pero pensé que podía aguantar durante tres meses", recordó Kerrigan. "Me di cuenta que había algo en la vida de los médicos misioneros que faltaba en la mía. Tenían una paz y un propósito en la vida que quería. Es una larga historia, pero a través de esa experiencia es que, llego a conocer al Señor".
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En ese hospital conoció a su esposa Leslie, una estudiante de enfermería de California que había venido a servir durante un viaje de misión. Desde entonces sirven a Dios con todo su corazón. Keerigan describe a su esposa como su "mano derecha". "Hacemos rondas juntos, vamos a la clínica juntos, oramos juntos, hacemos operaciones juntos. Esa es la parte divertida de la misma".
A pesar de las situaciones críticas en hospitales, existen momentos de felicidad, sobre todo cuando ven la mano de Dios en la curación de sus pacientes. La oración ha sido vital en su vida y gracias a ella comprobó que Dios provee a tiempo. Seguro está de que no importa donde Dios lo lleve, mientras esté haciendo la voluntad de Dios. "Me alegra poder ayudar a la gente", dijo. "Y si puedo servir a Dios ayudando a otras personas, es mi deleite y no hay recompensa para eso".