Cerca de 45.000 personas han abandonado en los últimos diez días el oeste de Mosul a medida en que las fuerzas iraquíes intensificaban sus ataques al Estado Islámico (ISIS), según la Organización Internacional de Migraciones (OIM). Mientras, el Ejército iraquí ha reanudado este domingo su avance sobre el núcleo urbano, después de una interrupción de dos días a causa de las condiciones atmosféricas. La intensa nubosidad impedía el apoyo aéreo de la coalición internacional.
La cifra de 43.920 nuevos desplazados se desprende del último gráfico difundido por la OIM, que eleva 206.520 los escapados de los combates desde que se inició la ofensiva el pasado octubre. El recuento previo cifraba éstos en 162.600, al concluir la toma del este de la ciudad a finales de enero. La organización contabiliza a quienes acuden a los campamentos instalados con ese fin.
La huida de civiles de Mosul se ha acelerado a medida que los combates se acercan a la ciudad vieja, la parte más densamente poblada y en la que aún se estima que quedan unos 700.000 habitantes. Los primeros escapados del oeste empezaron a llegar seis días después de que el 19 de febrero se iniciara el asalto a la ribera oeste. Sólo el día 28 se registraron por lo menos 17.000 personas y otras 13.000 el día 3, justo antes del parón por el mal tiempo.
El riesgo de que puedan cumplirse los pronósticos de Naciones Unidas, que advirtió de la posibilidad de que hasta 400.000 vecinos traten de escapar, ha llevado a las organizaciones humanitarias a mostrar su preocupación por la falta de espacio en los campamentos destinados a acogerlos. El ministro iraquí de Desplazados y Migraciones, Jassem Mohammed al Jaff, se hizo eco de ese problema el pasado sábado en una poco velada crítica a la ONU.
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“Desgraciadamente, hay un claro déficit en el trabajo de estas agencias [de la ONU]”, declaró en un comunicado.
La coordinadora humanitaria de la ONU para Irak, Lise Grande, le respondió de inmediato que los desplazados son “la principal prioridad” de su equipo. Desde hace cinco meses, cuando comenzó la ofensiva, distintas agencias de Naciones Unidas han estado facilitando alojamiento, comida y otra ayuda a quienes huían de los combates y alertando de los medios limitados de que disponían, aunque afortunadamente sus cálculos de 1,2 millones de desplazados no se han llegado a cumplir. Por otra parte, la ONU ha elevado a 12 el número de escapados de Mosul que están siendo tratados por una posible exposición a agentes químicos.
Ahora, según se aproxima la batalla final, el esfuerzo humanitario aborda otra prueba de fuego. El abigarramiento de los edificios y, por consiguiente, la densidad de la población, dificultan los bombardeos y aumentan el peligro de causar víctimas entre los civiles. Los periodistas locales empotrados con las fuerzas iraquíes relatan una fuerte resistencia con fuego de morteros, armas automáticas y francotiradores.
A pesar de ello, las unidades de Respuesta Rápida están ya tiro de piedra del complejo gubernamental que alberga el edificio de la gobernación de Nínive y la Asamblea provincial. Un portavoz de ese cuerpo de élite del Ministerio del Interior, el teniente coronel Abdelamir al Mohammadawi, ha asegurado a Reuters que deberían tomarlo este mismo lunes, lo que supondría otro mojón en la liberación de Mosul.