Dicen científicos que futuras guerras podrían ser por agua. La crisis humanitaria en el Perú, generada paradójicamente por el exceso de precipitaciones, parece escribir un prólogo a esa situación.
En el distrito limeño Chorrillos, cerca al emblemático parque Fátima, decenas de personas forcejeaban este domingo por el agua que dejó un camión abastecedor. Varias zonas de Lima llevan hasta cinco días sin servicio de agua potable y la situación para muchos se torna desesperante.
El "fenómeno del niño costero", causante de las lluvias e inundaciones que dejan 75 muertos y casi 630 mil afectados en todo el país, según las últimas cifras oficiales, genera torrenciales aguaceros de los que derivan desbordamientos de ríos y quebradas.
En ese desborde, el agua se mezcla con lodo, basura y con todos los objetos que destruye la corriente en su búsqueda alocada del Pacífico. Así, la principal planta abastecedora de Lima, La Atarjea, debe cerrar sus bocatomas por más de 21 horas por día para impedir que el líquido para consumo humano se contamine.
Recortan suministro
El Servicio de Agua Potable y Alcantarillado (Sedapal) recurre a comunicados para indicar los horarios en que habrá agua. Pero esos horarios son frecuentemente incumplidos y no hay agua cuando se espera que la haya o la hay cuando los vecinos no lo saben.
Sedapal pide calma y explica que los recortes son para cuidar a la comunidad. La gente parece dispuesta a entender razones, pero el paso de los días sin solución comienza a encender los ánimos.
"¡Agua, agua, agua!", fue el gritó que se escuchó este domingo durante una transmisión en vivo de televisión que pretendía mostrar que pese a la tragedia no hay desabastecimiento en los mercados populares.
Agua se escasea
En La Atarjea, decenas de obreros de Sedapal y empresas terceristas hacen ingentes esfuerzos. Pero faltan explicaciones oficiales y eso genera irritación, sobre todo en sectores de clase media no acostumbrados a este tipo de problemas.
El agua embotellada desapareció de los supermercados, acaparada por personas que parecen prepararse para una situación prolongada. "No sé si será necesario, pero mejor prevenir", comentó en un supermercado del distrito acomodado de Miraflores una venezolana que emigró a Lima con la esperanza de no oir más la palabra desabastecimiento.
Pero ya se ha descubierto que no todos los que acabaron con el agua en los mercados lo hicieron por precaución. En varios puntos de la ciudad, personas venden en hasta seis soles (US$1.8) la botella que normalmente cuesta 1.5 soles (US$0.4).
Temen epidemias
"¡Agua, agua, agua!", el grito desesperado de un afectado por falta de agua potable en Perú.
Médicos alertan sobre epidemias y enfermedades, en especial gastrointestinales, dermatológicas y oftalmológicas por la situación, agravada por la falta de agua que dificulta la higiene.
Al margen del agua y pese a que las autoridades aclaran que no se puede hablar de desabastecimiento, en los mercados aumentan los precios la carne de res o de pollo, la cebolla, los tomates, el apio y otros productos. Sin embargo, coinciden los compradores, aún no hay una onda especulativa descabellada.
La excepción es un elemento básico en la gastronomía peruana: el limón. El fenómeno ha afectado directamente las zonas de producción y el kilo pasó de 3.5 soles (US$1.1 ) a 40 soles (US$12.3). En el país del ceviche, el limón se volvió palabra sagrada.
Los padecimientos por el agua, el limón o el aumento del costo de vida son sin embargo menores si se los compara con los sufridos por los afectados directos, en especial esas 72 mil personas que lo han perdido todo, según el último dato oficial.
El "fenónemo del niño costero", diferente del fenómeno El Niño recurrente en el Pacífico porque solo recalienta el mar peruano y parte del ecuatoriano, echó a perder el siempre esperado verano. Y los científicos advierten que la situación seguirá, e incluso empeorará, hasta por lo menos mediados de abril.