Según la organización, la base de datos tan solo contiene una "pequeña fracción" de las miles de condenas y sentencias de muerte que la organización estima que cada año son llevadas a cabo en China, una información clasificada como secreto de Estado sobre la que impera una enorme opacidad.
"Hemos visto cientos de casos que no aparecen reflejados en la base de datos, lo que demuestra que lo que está registrado es tan solo la punta de un enorme y vergonzoso iceberg que el gobierno chino trata de mantener oculto", aseguró ayer Nicholas Bequelin, director de AI en Asia Oriental. "No sólo no cumplen sus promesas, sino que no cumplen con su legislación".
De acuerdo con él, Pekín mantiene que están quitando la vida a menos personas que en años anteriores en base a su política "matando menos, matando cons
cientemente", que recurren a las ejecuciones tan solo en casos excepcionales y que están haciendo progresos en la transparencia de su sistema judicial. Sin embargo, Bequelin opina que estas afirmaciones son "engañosas" y que "no hay trasparencia ni apertura" en lo relativo a la pena capital, que se sigue aplicando en casos no tan graves como el de Ismael Enrique.
Aunque AI no da una cifra del número de ejecuciones ordenadas por Pekín, su investigación apunta a que son muchas más que las 1.032 registradas en el resto del mundo durante el año 2016, un 37% menos que en 2015. Exceptuando a China, la mayor parte de los ajusticiamientos se registraron en solo cuatro países: Irán (567), Arabia Saudí (154), Irak (88) y Pakistán (87), que juntos suman el 87% del total. AI destaca que, mientras que en el país persa las muertes se han reducido en un 42%, en Pakistán lo han hecho un 73%. El informe no incluye datos sobre Corea del Norte.
EEUU, la séptima posición
Por primera vez en más de una década, los Estados Unidos no aparecen en la lista de los cinco países que más personas han eliminado, y se situa en la séptima posición -por detrás de Egipto- con 20 ejecuciones, su cifra más baja desde 1991. Para James Lynch, director adjunto del Programa de Asuntos Globales de AI, esto es "un claro signo de que los jueces y los jurados están dando la espalda a la pena de muerte como medio de administrar justicia".
Aún así, el informe anual reconoce que esta caída también se debe en parte a los procesos legales abiertos contra los protocolos de las inyecciones letales y que existe el riesgo de que, una vez se ponga fin a estos litigios, el país americano -donde hay casi 3.000 sentenciados a muerte- experimente un repunte en el número de ajusticiados durante este año.
Además, AI destaca para mal los casos de Malasia, donde el gobierno informó bajo la presión del Parlamento sobre la ejecución el año pasado de 9 personas y, sobre todo, de Vietnam, del que los nuevos datos indican que se ha convertido en uno de los mayores ejecutores del mundo. En febrero, el Ministerio de Seguridad Pública vietnamita reveló que en tan solo dos años habían ajusticiado a 429 prisioneros y que otros 1.042 aguardan su suerte en las cárceles del país.
"La magnitud de las ejecuciones en Vietnam durante los últimos años es verdaderamente chocante. Estas cifras ensombrecen por completo las recientes reformas sobre la pena de muerte. Me pregunto cuántas personas más se han enfrentado a ella sin que el mundo lo sepa", señaló al respecto Shetty.
Pese a estos nuevos descubrimientos o al hecho de que Filipinas esté a punto de aprobrar la restauración de la pena capital en el país, casos como el de Estados Unidos son para AI un ejemplo de que el debate público y el activismo están cambiando la visión que sobre este castigo y su efectividad se tiene en muchos países.
Como señaló Lynch, cuando su organización comenzó a hacer campaña por su abolición hace 40 años, tan solo 16 países no recurrían a ella, una cifra que ahora ha crecido hasta los 104. "Es cuestión de tiempo que la pena de muerte quede confinada a los libros de texto", aventuró esperanzado el director adjunto. "Si seguimos presionando, puede que veamos su desaparición en nuestro tiempo de vida".