Preocupados por la desigualdad social y los conflictos civiles y bélicos, los "preppers" de Silicon Valley invierte su fortuna en búnkers de seguridad.
Cuando pensamos en los preppers -personas que se preparan para el fin del mundo- imaginamos a todo tipo de excéntricos obsesionados con la religión, Skynet, el apocalipsis zombie o los marcianos. Sin embargo, hay un nuevo tipo de preppers que quizá deberíamos ser tomar en serio: los multimillonarios de Silicon Valley.
Muchos millonarios han comprado un búnker de lujo en los últimos años, mansiones subterráneas bien abastecidas de agua, comida y entretenimiento.
Los millonarios preppers solían ser derrochadores que adquirían este tipo de viviendas como tantas otras propiedades, coches y bienes de lujo, por eso nunca han sido tomados muy en serio. Sin embargo, ahora es la élite más millonaria y tecnológica -formada por grandes ingenieros, hombres de negocio exitosos y referentes de la innovación-, la que se prepara para el fin del mundo mientras la gente se pregunta: ¿saben algo que nosotros no sepamos?
Ya tengan información privilegiada o hayan sido poseídos por un espíritu de precaución extrema, el hecho es que se están preparando, y no solo adquiriendo refugios y búnkeres antinuclerares.
Larry Hall, fundador Condomine y constructor de búnkers de lujo, explica que los refugios pueden costar hasta 4 millones de dólares y están equipados con instalaciones de lujo como piscina, gimnasio y biblioteca. Steve Huffman, co-fundador y CEO de Reddit, acaba de operarse de la vista para eliminar sus gafas de ver. ¿El motivo? Según el mismo declaró: "Si el mundo se acaba… conseguir lentillas o gafas será misión imposible".
En su intervención en el Foro Económico Mundial de Davos, Robert Johnson, presidente del Instituto para el Nuevo Pensamiento Económico, dijo que "muchos de pares, gerentes de fondos inversión están comprando pistas de aterrizaje y granjas en lugares como Nueva Zelanda, para hacer una escapada", lo que no dijo es que la mayoría está instalando un búnker en su interior.
"La gente quiere un lugar al que escapar si todo revienta", declara el Peter Thiel, co fundador de Pay-Pal.
Además de apoyar a Trump, Thiel es un conocido prepper millonario que cree que el mejor lugar para recibir el apocalipsis es Nueva Zelanda, por él es que muchos han adquirido allí una propiedad y la nacionalidad -1288 estadounidenses obtuvieron permiso de residencia en 2016.
Antonio García-Martínez, ex product manager de Facebook afincado en Washington y conocido asesor de empresas y startups, tomó una peculiar decisión tras la victoria de Trump, compró cinco acres de tierra en una pequeña isla situada entre Seattle y Vancouver, allí construyó una casa autosuficiente con paneles solares, generadores, bombas de agua y miles de cartuchos de munición y balas para defenderse.
Según García-Martínez, la automatización y la inteligencia artificial van a destruir la mitad de los empleos de Estados Unidos en solo 20 o 30 años. Esto va a generar grandes desigualdades y una escalada de violencia. Por eso, los ricos se están preparando.
Pero lo cierto es que la desigualdad es una vieja conocida y la crisis no ha hecho más que agravarla. El 10% más rico de Reino Unido posee el 45% de la riqueza, mientras que el 10 % más pobre solo 1%, un dato tremendo que el 20% más pobre, – un enorme aumento con respeto a 1979 cuando el 10% más rico solo poseía el 21%.
En Estados Unidos, la desigualdad de ingresos es aún más dramática. De acuerdo con cifras de la Oficina Nacional de Investigación Económica: en 1980, el 1% de la población más rica ganaba 27 veces más que el 50% más pobre. Hoy en día, ganan 81 veces más.
Cuanto más aumente la desigualdad, más aumentará el conflicto social y la violencia. Muchas de las personas que han posibilitado la llegada de estas nuevas tecnologías, son las mismas que están poniendo a buen recaudo sus pertenencias y preparándose para las consecuencias de sus actos. Aunque algunos señalan que el problema no es la tecnología, sino del mal reparto de la riqueza.
Quizá debamos retomar las bases y garantías del Estado del Bienestar, o ir preparándonos para afrontar, sin lujos, un nuevo apocalipsis.