El 6 de septiembre, el Sol tuvo un día de especial actividad. Dos potentes llamaradas solares emanaron de él. A las 5:10 de la madrugada (hora de la costa este de Estados Unidos), se registró el primer pico de radiación que, sin embargo, quedaría minimizado por un "bombazo" poco menos de 3 horas después. A las 8:02 se desató una segunda erupción de intensidad X9,3, el máximo en la escala que mide los fenómenos.
El satélite Solar Dynamics Observatory (SDO) de la NASA y otros instrumentos la captaron desde el espacio y establecieron que fue la mayor llamarada del actual ciclo solar, el 24, y la octava de todas las registradas por la tecnología.
Las fulguraciones se ocasionan a partir de ráfagas violentas de radiación que aumentan de un momento a otro el brillo de una región de la atmósfera solar. Tal radiación no es capaz de traspasar la atmósfera terrestre y llegar a los humanos, pero sí puede afectar la capa atmosférica que vincula a distintas señales de comunicación. En especial, radios y GPS.
De acuerdo a la NASA, la llamarada ionizó tal capa y produjo apagones en las señales de radio HF y afectó durante casi una hora las comunicaciones GPS. A su vez, el bombazo envió materia de la corona del Sol al espacio, por lo que podría generar tormentas solares.
Las dos fulguraciones provienen de la región solar activa 2673, que en los últimos años registró un crecimiento pronunciado. La región ya otorgaba indicios de una inminente explosión con distintas llamaradas medias hasta que su estallido del martes.
La primera de las llamaradas recibió una clasificación de tipo X2,2 y la segunda, mucho mayor, de X9,3. Los expertos explicaron que las fulguraciones clase X se dan en los picos que se miden en vatios por metro cuadrado. Las otras pueden ser de clase A, B, C y M. El número que sucede a la letra refiere a la potencia. Por caso, el X2 es el doble de intensa que el X1.
La explosión registrada el martes, la X9,3, fue la más grande del actual ciclo solar que comenzó en diciembre de 2008 y se prolonga por casi 11 años. Durante ese período, la actividad del Sol se activa y disminuye hasta llegar al mínimo solar, muy próximo en el tiempo. Durante la fase final, los estallidos deberían decaer, pero hay ejemplos de numerosas apariciones.