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COMO LA IGLESIA CATOLICA HA PERDIDO SEGUIDORES TRAS EL AVANCE EVANGELICO Y EL SECULARISMO EN CHILE

Cuando el papa Francisco llegue el lunes a la capital de Chile, encontrará a una Iglesia católica romana debilitada. Como en muchos países latinoamericanos, la Iglesia está perdiendo seguidores en Chile ante los credos evangélicos y un creciente secularismo. La tendencia se ha visto exacerbada por un escándalo sobre abusos sexuales de un religioso. Además, muchos chilenos recelan de la influencia de la Iglesia a la hora de mantener duras restricciones legales en cuestiones sociales como el matrimonio y el aborto. A continuación, algunos de los factores que contribuyen a los problemas de la Iglesia chilena.

Siempre bien vestido, el reverendo Fernando Karadima parecía un sacerdote ideal entre la elite en Santiago de Chile. Pero tenía un lado oscuro y abusó de docenas de menores durante décadas mientras sus superiores de la Iglesia miraban para otro lado o le protegían.

Las acusaciones contra Karadima se remontan a la década de 1980, pero la escala de sus crímenes no quedó clara hasta que las víctimas hicieron públicas sus denuncias en 2010. El Vaticano le declaró culpable de abusar sexualmente de menores en 2011.

Sin embargo, sus delitos habían prescrito para un juicio penal y el único castigo de Karadima fue ser enviado por la Iglesia a un convento para pasar el resto de sus días en oración, lo que molestó a muchos chilenos. A día de hoy permanece allí.

El polémico nombramiento del papa:

El papa Francisco desató la polémica en 2015 al nombrar al reverendo Juan Barros como obispo de la ciudad sureña de Osorno. Barros había sido un protegido de Karadima y ambos trabajaron juntos durante años en la época en la que se cometieron los abusos.

Barros siempre ha negado que supiera lo que estaba haciendo Karadima, pero muchos feligreses en Osorno se oponían a su nombramiento.

Sin embargo, el pontífice era consciente de la controversia en torno al nombramiento. En una carta de 2015 a la que tuvo acceso The Associated Press la semana pasada, Francisco consideró enviar a Barros y otros dos obispos formados por Karadima a pasar un año sabático, una decisión que finalmente no se tomó.

Miles de personas desaparecieron o fueron asesinadas durante la dictadura del general Augusto Pinochet entre 1973 y 1990, y la disidencia era aplastada con rapidez. En esta época, varios obispos chilenos defendieron con valentía los derechos humanos y pusieron freno a los peores instintos de la dictadura.

La Iglesia también ayudó a los más pobres del país en medio de la campaña del gobierno por liberalizar la economía y trabajó de cerca con comunidades como los mapuche.

En la actualidad, los obispos chilenos no tienen la misma visibilidad, ni mucho menos la autoridad moral. Muchos chilenos creen que la jerarquía católica es ahora más cercana a los intereses económicos que a los pobres y desamparados.

Divorcio:

En Chile, el divorcio era básicamente ilegal hasta 2004, cuando la nación andina derogó una de las leyes de matrimonio más estrictas del mundo.

Durante décadas, la Iglesia pudo ejercer una enorme influencia sobre los políticos para mantener un status que se remontaba al siglo XIX. La gente que quería separarse legalmente necesitaba conseguir una anulación, un arduo proceso que requería demostrar de algún modo que no se habían cumplido los requisitos legales del matrimonio.

La iglesia alegaba que restringir el divorcio mantenía las familias unidas, pero con frecuencia tuvo el efecto contrario: muchos jóvenes aplazaban el matrimonio durante años o de forma definitiva, mientras que personas separadas a menudo tenían hijos fuera del matrimonio con nuevas parejas porque no podían divorciarse y volver a casarse. Como resultado, muchos chilenos se volvieron contra la religión.

Aborto:

Chile tiene una de las leyes de aborto más restrictivas del mundo, incluso después de la reforma aprobada el año pasado. El aborto solo es legal en tres circunstancias: cuando la vida de una mujer corre peligro, cuando el embarazo se debe a una violación y cuando el feto no es viable.

Para muchos chilenos, especialmente las generaciones más jóvenes, la oposición de los líderes católicos al derecho al aborto es otro ejemplo de cómo las enseñanzas de la Iglesia no encajan con sus opiniones.

Las duras restricciones también subrayan la profunda desigualdad en el país: las mujeres chilenas con medios abortan de forma ilegal en clínica privadas o viajan al extranjero, mientras que las mujeres pobres deben tener al bebé o emplear métodos más peligrosos.

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