El Evangelista que supo combinar religión y medios de comunicación llevó su mensaje a cientos de millones de personas.
Sirvió de guía espiritual a Bill Clinton tras el escándalo Lewinsky y a George W. Bush durante su adicción al alcohol.
Billy Graham, ministro evangélico del sur de Estados Unidos, talento pionero en mezclar religión y televisión, se convirtió en la mayor figura religiosa en la historia del país. Creció en una granja. Su idea del cielo era jugar al béisbol y cortejar a las chicas. En cambio, se hizo famoso por convertirse en el párroco de los presidentes estadounidenses y en gran predicador internacional.
Durante más de 60 años, llevó con sus viajes el mensaje de Jesucristo a más de 84 millones de personas en casi 60 países diferentes. Incluso a feligreses cuyos hogares se encontraban detrás del Telón de Acero. A estas personas que le vieron en estadios, hay que añadir los que le escucharon vía satélite, en total más de 210 millones de personas en 185 países diferentes.
Siempre Billy, humilde, pero con un enorme talento para los medios de comunicación, optó por un lenguaje llano y simple. Prefirió siempre los grandes estadios antes que las iglesias, donde había más capacidad de aforo para que sus palabras llegasen al mayor número de personas.
Se convirtió en el capellán no oficial de la Casa Blanca. Siempre invitado a las ceremonias de la toma de posesión entre 1965 y 2005, ofreció guía espiritual a los presidentes. Y, en ocasiones, consejo político a líderes republicanos y demócratas.
Su cercanía a los diferentes inquilinos del despacho oval no estuvo exenta de polémica. Se negó a criticar al presidente demócrata Lyndon B. Johnson por su gestión de la Guerra de Vietnam y defendió al presidente republicano Richard Nixon durante el escándalo del Watergate.
A él acudió el demócrata Bill Clinton después del escándalo con su becaria Monica Lewinsky. También sirvió se guía espiritual al republicano George W. Bush con sus problemas con el alcohol. El presidente Barack Obama le visitó en 2010. El candidato republicano a la presidencia Mitt Romney consiguió su visto bueno de cara a los votantes evangélicos en las elecciones de 2012, que perdió tras una carrera ajustada contra Obama.
Graham empezó a fraguar su éxito en los años 50, cuando Estados Unidos peleaba en la Guerra Fría al comunismo ateo, y añadió en sus billetes "In God We Trust" (Confiamos en Dios, en español).
El predicador emergió en este clima de renacimiento religioso. Su imagen aparecía en las portadas de las revistas, mientras se colaba en los hogares a través de las televisiones.
Los cristianos evangélicos, ridiculizados en los años 20 por creer de forma literal en las Sagradas Escrituras, encontraron en Graham una forma de resarcirse de las humillaciones. Leyó la Biblia en la Casa Blanca con el presidente Dwight D. Eisenhower. Entonces, se convirtió en el Elvis religioso. Puso de moda la conversión religiosa.
"Jesús murió en la cruz por vuestros pecados", le gritaba Graham a su audiencia en sus estadios. "Ahora es vuestra decisión: ¿Os arrepentiréis y le daréis vuestra vida a Jesucristo para salvaros? Se os acaba el tiempo", le advertía a su público embelesado con la Biblia en la mano, mientras levantaba los brazos. Y, entonces,el público gritaba. Se llevaba las manos a la cabeza hipnotizado.