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"LOS PREPPERS" LOS 20.000 SURCOREANOS QUE SE PREPARAN PARA UN APOCALIPSIS NUCLEAR

Unos 20.000 surcoreanos se preparan ante lo que consideran un inevitable cataclismo, frente al resto de la sociedad que cree que no habrá guerra

El estereotipo diría que siendo vecinos de una nación que no cesa de expandir su arsenal nuclear, con un conflicto vigente que permanece en el limbo desde 1953 y un aliado presidido ahora por un jefe de Estado presto a los exabruptos de tono apocalíptico, el riesgo de una posible hecatombe atómica debería ser un acicate tanto para los negocios relacionados con la seguridad como para la expansión de la particular comunidad de 'preppers', ese grupo de individuos que piensa que más que una hipótesis el cataclismo es algo inevitable.

En Corea del Sur, sin embargo, esa lógica no funciona como aduce Kim Eun A, la directora de una de las pocas compañías locales que comercializan productos de supervivencia, Korean Gyeonggido Company.

"Los surcoreanos ven las catástrofes como observadores, como si fuera algo que no les va a pasar a ellos", asegura en su oficina a las afueras de Seúl.

Es la misma opinión que sostiene Woo Seung-yep, a quien un medio surcoreano definió como "la cara pública" de los 'preppers' de este país. "No quieren verlo. Piensan que tras las amenazas norcoreanas vendrá de nuevo la calma, que los medios de comunicación exageran", admite.

El convencimiento de Kim y de Woo está refrendado por las encuestas. Una que realizó la firma Gallup en septiembre del año pasado indicaba que un 58% de los consultados pensaba que una guerra con Corea del Norte era algo imposible, lo que suponía un incremento respecto al 53% que ya se expresó en términos similares en 2014.

Todo un singular fenómeno que para el profesor Ku Jung-woo, de la Universidad de Sociología SungKyunkwan de Seúl, es resultado de la persistencia del espectro de la guerra, que dura ya décadas, y se ha mimetizado "en la vida diaria" de los surcoreanos. "Aunque la población sea consciente de esa amenaza o tema la guerra... no le sorprende lo más mínimo", argumenta.

El experto opina que la mayor parte de las nuevas generaciones locales -donde prima "el individualismo más que la sociedad", añade- más que optar por los refugios nucleares o los kit de supervivencia por los que abogan los 'preppers' prefieren atrincherarse en la mera "indiferencia" hacia esa hipótesis.

Se trata de emular en cierta medida el comportamiento del "avestruz que clava la cabeza en la arena", escribió Choi Sung-Jin, un columnista del diario 'The Korea Times'.

Woo Seung-yep es quizás el personaje más mediático de una minoría contra el sentido de la corriente social. Sus convicciones se forjaron de la peor manera, cuando servía en una unidad de élite del ejército en el este del país -en la misma provincia donde se han celebrado los Juegos Olímpicos de Pyeongchang- y se vio implicado en los enfrentamientos que siguieron a la aparición de un submarino norcoreano que embarrancó en las proximidades de Gangneung en 1996.

Decenas de militares de ambos lados y civiles locales murieron o fueron heridos en los sucesivos enfrentamientos que se sucedieron durante las operaciones de búsqueda y captura de la tripulación norcoreana, que se extendieron durante 49 jornadas.

"Allí descubrí lo que es la guerra y como el Gobierno no está preparado para este tipo de sucesos", rememora.

El surcoreano de 45 años administra desde 2010 un foro online destinado a los que piensan como él llamado Survival 21, que reúne a cerca de 20.000 'preppers', donde se discuten todo tipo de estrategias para afrontar lo que ellos creen que es una confrontación inevitable y de dimensiones épicas.

La confianza de Woo y otros muchos surcoreanos en la respuesta del Estado en situaciones de crisis sufrió un serio quebranto ante la caótica respuesta gubernamental frente al hundimiento del ferry Sewol en abril de 2014, un suceso en el que murieron más de 300 personas.

"Los surcoreanos piensan que frente a un incendio tienen que esperar a que actúan los bomberos y ante una guerra que les protejan los soldados, pero Sewol cambió todo eso", precisa.

Frente al descrédito que generó esa tragedia, 'preppers' como Woo abogan por establecer al menos una estrategia para lidiar con sucesos naturales o el sempiterno riesgo de conflagración armada.

Su rostro se ha convertido en una imagen habitual de cursos y conferencias ad hoc en televisión e instituciones privadas, a donde acude con su particular "mochila de supervivencia", diseñada en base a su experiencia militar y sus años de estudio sobre esta actitud ante la vida.

Refugios sin agua ni alimentos

"Todo lo que incluye no vale más de 200 euros: una linterna, una navaja multiusos, un silbato, una brújula, galletas al vacío, una manta térmica, cantimplora, un pequeño botiquín y pastillas para potabilizar el agua. Con esto puedes sobrevivir 72 horas", explica mientras saca todos esos utensilios del macuto.

Corea del Sur dispone de una extensa red de refugios que, según Reuters eran más de 19.000 en todo el país, de los cuales cerca de 3.200 están ubicados en Seúl, pero aferrándose al especial carácter local muchos de esos espacios se utilizan a diario como aparcamientos, centros comerciales subterráneos, simples paradas del metro o centros culturales. "No hay ni agua ni alimentos. No podrías sobrevivir escondido en ese lugar", advierte Woo.

La tendencia de la mayoría no quiere decir que en Corea del Sur no exista también un pequeño nicho empresarial que pueda beneficiarse de la aprehensión de una minoría decidida a pagar por asegurar -en teoría- su supervivencia.

El propio Woo dice que ha podido visitar refugios nucleares como el excavado por un grupo de 70 empresarios adinerados en un suburbio capitalino con capacidad para acoger a un millar de personas durante 6 meses. "Es para ricos. Tienes que ser miembro", relata.

El reclamo de estas construcciones o de los demás productos de supervivencia está sujeto también a imprevistos como los ensayos nucleares norcoreanos -tres de ellos en los últimos dos años- o el terremoto que sufrió el país en noviembre del año pasado.

Es entonces cuando Woo recibe más visitas en su foro 'online' o cuando se incrementa la compra de "bolsas de supervivencia".

La firma estadounidense Rising S Bunkers, por ejemplo, no había vendido sino uno o dos refugios por año en Corea del Sur antes de 2017, pero el incremento de la escalada de tensión que registró la Península durante ese período disparó su negocio hasta una decena en los primeros 9 meses.

Todos ellos previstos para un pequeño núcleo familiar de dos o tres personas y un precio inicial que ronda los 40.000 dólares.

Eso sí, siempre bajo la óptica local en la que el diseño o el color prima tanto como la propósito del producto. Por eso el llamado Reloj de Vida de la compañía que dirige Kim Eun A es una mezcla de elemento decorativo y receptáculo que contiene una linterna, una manta, un silbato, vendas, dos antorchas y una tarjeta con el tipo de sangre.

"Lo diseñó el mismo artista que diseñó las medallas de Pyeongchang. Lo comercializamos en rojo y azul", apostilla Kim.

Aferrados a su particular visión del futuro, la empresaria comenta que la mayoría de los compradores adquieren el estuche "para regalárselo a alguien más". Se supone que ellos nunca lo van a necesitar.

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