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TIEMPOS DE AFERRARNOS A LA CRUZ

Quiero retomar algo que jamás se nos debe de olvidar, algo a lo que tenemos que aferrarnos con todas nuestras fuerzas.

“Estoy cansado del cristianismo muerto, irritado, arrogante, confesional y cultural, que carga una cruz alrededor del cuello pero no un Salvador crucificado en el corazón”. Bob Utley

Me parece buenísima la frase que os acabo de dejar de Utley; en demasiadas ocasiones, estamos rodeados de un cristianismo qué está muerto con apariencia de vida, un cristianismo que se irrita por todo, porque no todos coinciden en todos los puntos de la teología con exactitud. Con la misma claridad que está escrita, creo que si hubiera salido de mí misma, no podría lograr decirlo de otro modo. Un cristianismo arrogante, confesional y cultural; es mucha la gente que lleva la cruz sobre su cuello, y yo no tengo nada en contra de eso ¡Nada de fanatismos! Pero el verdadero Cristo, no sólo crucificado; sino también resucitado, no tiene cabida en lo más profundo del corazón.

En 1856, el gran y bien conocido predicador londinense que aun nos sigue bendiciendo hoy, Charles Spurgeon, fundó un seminario para capacitar en la Palabra y en el servicio cristiano. En el año 1923, se cambió su nombre, Universidad del Pastor, por Universidad Spurgeon. Al día de hoy, el escudo de esta institución contiene una mano que toma una Cruz, y unas palabras en latín: “Et Teneo, et Teneor” “Me tomo y soy tomado”

En su propia autobiografía, Spurgeon escribió:

“Este es el lema de nuestra escuela, nos… Tomamos de la Cruz de Cristo con una mano enérgica… Porque esa Cruz nos toma firmemente con su poder de atracción. Nuestro deseo es que todo ser humano se aferre a la Verdad, y sea asido por ella, en especial, la verdad del Cristo crucificado”

El propio Spurgeon escribió:

“… Ya sea que me hunda o nade, Cristo Jesús es mi única esperanza; y sí muero, lo haré con mis brazos aferrados a Su cruz”.

Me parece una preciosa frase que nace del fondo de un corazón que ama con toda el alma a su Señor y está tan aferrado a la verdad y centralidad de la bendita Cruz de Cristo, que pase por donde pase o sea lo que sea… Nunca habrá nada más importante a lo que agarrarse con fuerza, a ella, a Él y Su verdad. Me encantan las palabras que escribe Pablo a los filipenses:

“… No que lo haya alcanzado ya, sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús”.

En cierto modo, creo que el lema del escudo de la Universidad Spurgeon, nacen en este texto, y no puedo evitar que el corazón me lleve a las palabras también de Pablo, esta vez a los Gálatas.

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo; mas vive Cristo en mi”.

Estos dos textos juntos, son la verdad y vida de un creyente auténtico.

¡No! Ya sé que tenemos a un Cristo vivo y que Su resurrección es la garantía de nuestra Salvación; y en demasiadas ocasiones, me resultan hasta tristes reuniones de adoración, que parecen un grupo de plañideras mas que una adoración viva y respetuosa hacia nuestro Dios. Pero demasiadas veces, todo gira en torno sólo a experiencias, en torno a palabras que ni se sabe lo que llevan dentro. Hoy quiero retomar algo que jamás se nos debe de olvidar, algo a lo que tenemos que aferrarnos con todas nuestras fuerzas, la preciosa Cruz de Cristo y “llevarla” con todo el poder de Dios y a través de Su Santo Espíritu, en lo más profundo de nuestro ser. Solamente así, podremos llevar una vida delante de Él y viviendo en y para nuestro Dios.

Me gustaría que esta sencilla, pero importante reflexión, llene vuestro día, vuestra semana… la vida entera, hasta poder llegar a verle y postrarnos en Gloria.

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