Ante esta situación, centenares de activistas han protestado contra el sacrificio masivo de ciervos y caballos e intentan buscar otra solución al problema.
En los Países Bajos, la reserva natural de Oostvaardersplassen —un pequeño paraíso de 56 kilómetros cuadrados y uno de los humedales europeos más importantes— acabó convertida en un 'campo de concentración' para animales, donde gran parte de ellos tuvieron que ser sacrificados. Las autoridades afirman haber recurrido a tal decisión debido a su estado de desnutrición.
Durante el invierno apenas quedaba una brizna de hierba entre las alambradas que delimitan el espacio natural protegido, además, el agua estaba congelada y los activistas debían romper el hielo para que las bestias pudieran beber. Sin comida ni agua, algunos ejemplares quedaron tan débiles que apenas se podían mover.
Sin embargo, muchos activistas y vecinos han calificado de poco ético y cruel la decisión de la reserva de matar a sus habitantes. Los ecologistas se arriesgan a ser multados, pero entran en la reserva furtivamente para llevar comida a los animales. Además se celebran numerosas protestas y manifestaciones para presionar a las autoridades a buscar otras soluciones para la reserva.
A la espera de una decisión, los activistas proponen sus variantes: algunos sugieren castrar a los animales para que no puedan reducirse descontroladamente, mientras que otros optan por trasladarlos a diferentes parques en vez de abatirlos a tiros.