En un artículo reciente, Gospel Prime compartió el testimonio de Hea-Woo, una cristiana norcoreana que fue perseguida y encerrada por su fe, pero a quien Dios salvó para ser un instrumento poderoso de evangelización dentro de la prisión.
Hea-Woo fue capturada por la policía y llevada a un campo de trabajos forzados en Corea del Norte. Las deplorables condiciones de vida dentro de aquella prisión hicieron que Hea-Woo enfermara gravemente. Todo parecía indicar que no viviría, pero Dios había trazado planes con ella. “Yo sentí que Dios había encendido un fuego en mi corazón para compartir el evangelio en la prisión", dijo la norcoreana.
Ella sabía que sería una misión muy difícil, pues los guardias en la cárcel eran capaces de matar a cualquiera que compartiera el evangelio de Cristo, pero, aun así, decidió obedecer la voz de Dios que le dijo: "Comparte tu harina de maíz con otros presos". “Esto me ha abierto muchas posibilidades para compartir de Cristo", explicó Hea-Woo.
Así se empezó a formar un pequeño grupo de cristianos. "Éramos cinco personas. No tenía Biblia, así que solo podía enseñar los textos que sabía de memoria. Nos reuníamos en los baños, era el único lugar donde podíamos adorar a Dios. Hacíamos un breve culto. Les enseñaba algunos himnos", explica esta esforzada norcoreana.
La fe en Cristo es severamente castigada en Corea del Norte. Se estima que hay cerca de 70 mil cristianos encerrados en campos de trabajos forzados. Felizmente, después de muchos años, Hea-Woo logró escapar.
"Logramos sobrevivir porque cuidábamos unos de otros. No tuvimos problemas, a pesar de nuestros cultos secretos", concluye la cristiana.
Actualmente, Hea-Woo vive con tranquilidad en Corea del Sur. Visitó Brasil en el 2015 y se mostró impresionada con la libertad que los brasileños tienen para adorar a Dios. Demos gracias al Señor porque muchos todavía tenemos esa libertad y oremos constantemente por aquellos que no la tienen.