Por Steven Lawson
El 31 de octubre 1517, Lutero clavó sus históricas noventa y cinco tesis, el lanzamiento de su desafiante protesta contra las perversiones viles y abusos graves de la iglesia en Roma. Este acto decisivo se convirtió en la bisagra sobre la cual la historia dio la vuelta. Y en el corazón mismo de este movimiento protestante estaban los Salmos, que siguieron desempeñando un papel decisivo a lo largo de la vida y el ministerio de Lutero. Mientras estaba oculto por sus seguidores en el castillo de Wartburg, el reformador alemán tradujo la Biblia al idioma alemán. Incluidos en este trabajo estaban los Salmos, que Lutero se refiere como “la Biblia en miniatura.”
En los próximos años, Lutero repetidamente acudió a los Salmos en busca de consuelo y fortaleza. En el continente europeo, en agitación, se encontró con un gran consuelo en las verdades de los Salmos que elevan el alma. En concreto, en 1527, Lutero se enfrentó a uno de las mayores dificultades de su vida cuando la Peste Negra arrasó Alemania y gran parte del continente europeo. Durante este tiempo, el hijo de Lutero casi murió y su propio cuerpo desmayaba bajo la presión creciente. En medio de este conflicto personal, Lutero se encontró contemplando las promesas del Salmo 46, un alentador salmo de confianza en la invencibilidad del Señor.
“… La Biblia en miniatura” —Martín Lutero Acerca de los Salmos
Obtener una nueva fuerza de esta antigua canción, Lutero compuso lo que es posiblemente el himno más famoso: ‘A Mighty Fortress’ [Castillo Fuerte]. En medio de tanta adversidad, este baluarte fortificado encontró a Dios para ser su “baluarte infalible.” Aunque había enseñado previamente, e incluso tradujo los Salmos, Lutero se encontró ahora viviéndolos como nunca antes. Muchas veces durante este período oscuro y tumultuoso, cuando terriblemente se desanimó, él acudiría a su compañero de trabajo, Philipp Melanchthon, y dirán: Venid, Philipp, vamos a cantar el Salmo 46a. Juntos, ellos cantaron:
Castillo fuerte es nuestro Dios,
defensa y buen escudo.
Con su poder nos librará
En este trance agudo.
Con una confianza inquebrantable en Dios, Lutero reflexionó y sacó fuerzas de este salmo escogido:
Cantamos este Salmo para la alabanza de Dios, porque Él está con nosotros y poderosamente y milagrosamente preserva y defiende Su iglesia y Su palabra contra todos los espíritus fanáticos, frente a las puertas del infierno, contra el odio implacable del diablo, y en contra de todo ataque del mundo, la carne y el pecado.
A pesar de una intensa agitación interior de Lutero, este valiente reformador se aferraba a las verdades de roca sólida del libro antiguo de himnos de Israel. Cuatro años antes de morir, escribió en su Biblia el texto del Salmo 119:92: “Si tu ley no hubiese sido mi delicia, Ya en mi aflicción hubiera perecido.” Esta verdad bíblica fortaleció a este líder espiritual y le permitió perseverar en medio de sus luchas por reformar la iglesia. Al final, este líder audaz de la Reforma tenazmente sostuvo las revelaciones gloriosas de los Salmos.