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SOLO UNA CHISPA ENCENDIO EL FUEGO DE LA REFORMA PROTESTANTE... La infancia de Martín Lutero

Martín Lutero fue un hombre común y corriente. Lo que hizo la diferencia en su vida y obra fue que el tiempo de Dios había llegado para que el movimiento de reforma en Europa hiciese su aparición.

Otros teólogos, pastores y pensadores ya habían querido reformar la iglesia y liberar a los fieles de la tiranía de la iglesia tradicional y regresar a los fieles a las Sagradas Escrituras, que, en fin, es la revelación especial de Dios para el hombre pecador.

Sin embargo, este esfuerzo no había tenido fruto, ya que todo obra en el perfecto tiempo que Dios tiene para que cada cosa suceda en la historia del hombre. Dios no solamente es el arquitecto del plan, “El Plan de Redención”; Dios también es el ejecutor de ese plan y consumador de todo lo que sucede en este mundo.

Todo es parte de un plan que lo que busca es la gloria de Dios. Fue Dios el que impulsó la obra de forma de la iglesia del siglo xvi, Lutero solo fue el agente que Dios usó para encender la chispa del tremendo incendio reformador que explotó en la Europa de Lutero y los reformadores.

Cada reformador quizá ni supo con exactitud lo grande de la obra que Dios les había encomendado dirigir, pero esta obra ha influenciado a los creyentes hasta el momento en que se están escribiendo estas líneas y sin duda alguna que seguirá hasta que Cristo regrese por su iglesia.

En este pequeño estudio estaremos mirando la vida y obra de Martín Lutero, grosso modo, por supuesto, ya que es tanto lo que se puede decir de este gran líder. Comenzando con su vida familiar, su vida religiosa y su proyecto para la posteridad.

En este primer artículo de la vida de Lutero, todo esto lo veremos a la luz de la historia, y buscando hacer honor a la memoria de un gran líder e impulsor del movimiento reformador en Europa.

Martín Lutero inspiró a muchas personas a lo largo de su carrera ministerial; sin embargo, enojó a otro gran número de personas que veían en él al hombre que dividiría la “grey del Señor”. Claro, eso depende desde la óptica que se ve la obra del reformador alemán.

Infancia de Lutero:

Martín Luder o Luther, como se autonombraría después, nació el 10 de noviembre de 1483 de una familia muy humilde.

Los padres de Lutero eran campesinos. Sin embargo, su padre Hans Luder consiguió trabajo en las minas de cobre de Mansfield, gracias al nuevo trabajo, el padre de Lutero fue prosperando hasta que pudo tener su propio negocio el que le permitió salir de la vida precaria en la que había vivido con su familia.

Lutero nació en Eisleben un pueblo pequeño de la época donde también falleció a los 62 años de edad el 18 de febrero de 1546.

Lutero escribió una carta poco antes de su muerte donde confesó que se sentía viejo, cansado, y con problemas de visión. En la actualidad, Eisleben cuenta con una población de más de 25,000 habitantes. Los padres de Lutero iban de paso buscando un mejor futuro para la familia, fue así como llegaron a la ciudad minera ya mencionada más arriba y dónde prosperaron económicamente. El trabajo de minero le dio al señor Hans Luder una mejor solvencia económica y así pagar la educación de su hijo, quien en un impulso de rebeldía prefirió estudiar filosofía y no leyes como pretendía su padre.

La vida de Lutero estuvo cargada de gran dureza, cualquiera podría ver en eso la maldad de un hombre rudo y difícil como su padre; sin embargo, es bueno notar que aun en las cosas más difíciles Dios está obrando. Lutero fue puesto a duras pruebas físicas y psicológicas por su padre quien era rudo y fuerte de carácter. Sin misericordia castigaba a Lutero creando en su carácter algún grado de resentimiento y frustración, pero en esto se puede ver la providencia de Dios quien estaba preparando a un hombre de carácter fuerte, quien estaba dispuesto a morir si era necesario por lo que creía era lo correcto. Un hombre débil e inseguro jamás hubiese podido hacer todo lo que Lutero hizo al revelarse contra el imperio religioso más poderoso del mundo del momento.

Por favor, no me mal interpreten. De ninguna manera estoy promoviendo el maltrato infantil, solo digo que a veces Dios para cumplir su propósito en nosotros y la humanidad permite que sus hijos pasen por situaciones difíciles para que cuando el momento llegue nada los detenga. Esto fue lo que paso con Lutero. Dirigir un movimiento tan grande y con tantos riesgos, no era fácil, una persona de carácter débil hubiese abandonado la empresa rápido. Sin embargo, Lutero siguió hasta el final, aunque esto le costase su propia vida.

¡Dios permita que en estos tiempos de tanta incertidumbre espiritual y teológica haya más Luteros!

Ya en Mansfield los padres de Lutero lo castigaron fuertemente, pero es curioso que el mismo Lutero ve en el castigo de sus padres una etapa de preparación. Como dice: “siempre quisieron mi bien; sus intenciones para conmigo siempre fueron buenas, procedían del fondo de su corazón”. Por sus escritos podemos ver que los castigos eran constantes y venían de ambos padres. En cierta ocasión el señor Luder castigó tan fuerte a Lutero que este huyó de casa y estuvo con gran enojo contra su padre por muchos días. La madre de Lutero en una ocasión le golpeó hasta sangrar solo porque Lutero se comió una nuez sin pedir permiso. Así de exagerados y violentos eran los maltratos a los que el niño y joven Martín fue expuesto por sus padres. Ya joven adulto y fuera de casa, Martín Lutero veía en ese Dios la figura de su padre, duro y cruel con él.

Hay que entender que cuando Lutero hizo el descubrimiento en Romanos 1:17 su corazón se liberó al ver que el evangelio no es por obras de la carne, sino por obra de Dios en el corazón del hombre. Lutero fue liberado ese día de la psicosis que traía de casa, donde le enseñaron a ver a Dios de una manera cruel y despiadada.

La escuela no trató a Lutero mejor que sus padres. De hecho, Lutero dice con dolor que sus maestros eran verdugos que los sometían a duros castigo. En un solo día, según relata Lutero, fue sometido a quince azotes por su maestro, solo porque no se había aprendido la lección. Debido a los castigos en casa y luego en la escuela, el niño y joven Lutero se convirtió en muchacho huraño y resentido. Teniendo ca- torce años de edad dejó Mansfield y fue a Magdeburgo para estudiar latín en la escuela de esta ciudad. Ahora que, un año más tarde se movió a vivir a Eisenach, a casa de sus abuelos maternos donde conoció a un excelente maestro y poeta que cambió el maltrato por la verdadera formación.

En el año 1502 se inscribió en la Facultad de Filosofía donde terminó sus estudios en la rama, desafiando a su padre que pretendía que el joven Lutero estudiase leyes. Increíblemente a los veintidós años era un verdadero maestro en la rama y continuó sin demora sus estudios en teología, hermenéutica y exégesis sacra. Fue en este deseo ardiente por conocer a Dios que Dios le guió al descubrimiento de la verdad más transformadora “Mas el justo por la fe vivirá” Romanos 1:17. Aunque de esto vamos a hablar un poco más adelante, en este punto me gustaría recalcar que, Lutero veía en Dios la figura de un tirano y su verdadera conversión al Dios de las Escrituras comienza en su estudio del libro de los Salmos donde el mismo Lutero dice que ve a Cristo en cada línea de los Salmos. Así que, cuando Lutero llega a la cita de Romanos ya mencionada, Dios ya ha transformado su corazón, para que vea con claridad a Dios en el pasaje que le haría romper definitivamente con la iglesia que había abandonado las Escrituras y endiosado al Papa, un simple hombre mortal. Por eso, Dios pone en el corazón del gran reformador alemán, retornar a la iglesia verdadera a la Biblia y romper cualquier hilo que los una con la iglesia apóstata.

(ésta historia continuará)

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